miércoles, 22 de enero de 2014

INTIMIDAD CON DIOS .




Santiago 4:5¨ No crean que la Escritura dice en vano: «Ardientemente nos desea el Espíritu que él ha hecho habitar en nosotros.»¨  (RVC)


Mantenernos “conectados” se ha convertido en un gran negocio. Los teléfonos celulares, Facebook y Twitter nos dan acceso a amigos, familiares, trabajo y al mundo entero. Pero, ¿cuánto tiempo invertimos realmente creando relaciones significativas cara a cara? Es más, ¿cuánto esfuerzo hacemos para relacionarnos con Dios? ¿Qué clase de relación tiene usted con Dios? ¿Es Él una deidad distante, o su amigo cercano?

Sin embargo, el Señor creó al ser humano para que se relacionara con Él. Eso es lo que significa ser hechos a su imagen (Génesis 1.26). Nos dio un espíritu que puede comunicarse con su Espíritu. Solamente mire la tierra y los cielos. Aunque

Dios es el Creador de todas estas cosas, Él nunca puede relacionarse con una montaña o con una estrella como lo hace con usted. No pudo darnos un honor más alto que el habernos hecho a su imagen.


En los últimos años, el término
“intimidad con Dios” se ha convertido en una de esas frases que los cristianos introducen en sus conversaciones, pero ¿cuántos de nosotros sabemos en realidad lo que significa? Si yo le pidiera a usted que la describiera, ¿podría hacerlo? Parte del problema es que en nuestra cultura la palabra intimidad se ha convertido en sinónimo de sexo. Pero estamos hablando de una unidad espiritual que no se basa en los sentidos físicos. Dios es espíritu (Juan 4.24), y así es como debemos relacionarnos con Él.

El primer paso en nuestra búsqueda de intimidad con el Señor es llegar a conocerle —quién es Él, qué hace, cómo piensa, y qué desea. Aunque Dios es invisible e inaudible para nuestros sentidos físicos, una relación íntima con Él se cultiva de la misma manera que las amistades humanas: pasando tiempo   juntos, comunicándonos, siendo vulnerables, y compartiendo intereses.

Pasar tiempo   juntos. Nunca conseguiremos relacionarnos con el Señor a menos que invirtamos tiempo y esfuerzos para llegar a conocerle. Una relación descuidada simplemente no crecerá en riqueza o profundidad. ¿Está usted demasiado ocupado para pasar tiempo con Él cada día? Si es así, las exigencias apremiantes de su agenda le están robando un grandioso tesoro eterno: la grata y profunda comunión con Dios.

Comunicación de doble vía. La mejor manera de conocer al Señor es a través de la comunicación. Pero nuestras oraciones son a menudo monólogos en vez de diálogos.

Venimos a Él con nuestra lista de preocupaciones, pero ¿con qué frecuencia tomamos el tiempo para escuchar su respuesta? Aunque Dios se deleita en escuchar nuestras oraciones, Él también quiere que le escuchemos en quietud.

Padre celestial, ayúdanos a sacar esos maravillosos momentos de calidad contigo para que así podamos conocerte mas y logar una mejor intimidad contigo, te lo pedimos en el nombre de Jesús .Amen



                                    www.elrehmadehoy.blogspot.com

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