Hebreos 12:15 ¨Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que
ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean
contaminados;¨(LBLA)
¨Amargura" proviene de una palabra que significa punzar. La amargura, entonces, es algo
fuerte y pesado que punza hasta lo más profundo del corazón.
La raíz de amargura es una de las mayores causas por la cual muchos creyentes
están en miseria, enfermos, e incluso, apartados de la gracia del Señor. La
amargura es más fuerte que la falta de perdón, ya que desarrolla raíces con
ella, tales como: ira, enojo y maledicencia. Es una puerta abierta para que los
espíritus inmundos atormenten a la persona.
La amargura es un resentimiento que viene a
ser el veneno del alma y va contaminando todo hasta que destruye la vida de
Dios en nosotros. También, acaba los valores de la personalidad y al hombre en
su totalidad.
Como la amargura es un resentimiento que
tiene raíces, éstas se van arraigando cada vez más en lo profundo del corazón
del propio hombre. Crecen hasta ahogar el alma, ya que su crecimiento es
interno.
Una de las razones por las cuales viene la
amargura es por las heridas del pasado. Por tal razón, cuando viene una ofensa
a nuestra vida, se debe perdonar inmediatamente y no permitir que el sol se
ponga sobre el enojo. Las heridas deben ser sanadas lo
más pronto posible.
Indicaciones que muestran raíz de amargura
en una persona:
A) Quejas y murmuración continúa
B) Siempre airada y maldiciente
C) Siempre recuerdas las heridas del pasado
D) Aislamiento total
La mejor medicina que Dios ha
provisto para sanar toda raíz de amargura es el perdón.
Tome la
decisión de perdonar y de pedir perdón a Dios y a las personas que sabe que ha
ofendido.
Exprese su
perdón en forma de confesión. Por favor, sea específico con cada palabra y circunstancia
con la cual fue herido, y añada si le han quitado algo o hubo alguna situación
que lo ha podido sobrecoger.
Si estas siendo
atormentado por raíz de amargura, vaya a la presencia de Dios y tome esta oración
como modelo.
Padre celestial, te
entrego todo mi dolor y la herida que fue abierta por esa causa. Renuncio al derecho
de vengarme, y por el contrario, bendigo a todos aquellos que me hirieron.
Señor, yo renuncio a toda raíz de amargura, ira, odio, rencor, maledicencia,
celos y me declaro libre, en el nombre de Jesús. Amén”.
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