Corintios 5:7 (NVI)
Vivimos por fe, no por vista.
La diferencia entre mirar los frutos de la tierra prometida desde lejos
y arrancarlos de un árbol con tus propias manos es creer. Lo que separa que al
tripulante descienda sobre el agua y camine sobre ella a diferencia de los
otros tripulantes es que él decidió creer. La diferencia entre millones de
hombres pereciendo en un diluvio y una familia manteniendo a flote la esperanza
de la humanidad es que la familia decidió creer.
Aquellos que hemos tenido entendimiento del funcionamiento del Reino de
los Cielos sabemos que el inicio de las bendiciones comienza al creer, se
esperan creyendo y cuando todo indique que no llegarán es ahí donde hay que
creer más aún.
Cuando el ser humano y mayormente el Cristiano deja de creer su vida
pierde sentido. Cada vez que nos rendimos a la espera de lo que nos pertenece
hay tristeza en nuestro espíritu, porque en el fondo sabemos que aquello que
tanto anhelamos estaba a la vuelta de la esquina.
Creer para nuestro Dios no es solamente creer en nuestra mente, sino
derramar nuestro corazón día a día en lo que creemos. Creer en el Reino de los
Cielos a diferencia de la reglas de este mundo es que en el Reino de Dios solo
se necesita una palabra para avanzar. Este mundo nos ha enseñado “hay que
ver para creer” pero en nuestro Reino se ve el camino a medida que se va
avanzando. Así cómo Pedro camino sobre las aguas, la ley natural y la lógica
humana indicaban que se iba a ahogar pero la fe dice lo contrario.
Hoy quiero hacerte una invitación a creer más allá de lo que lo has hecho
hasta ahora. Incluso a que retes a nuestro Dios creyendo cosas más grandes y
gloriosas (conforme a su propósito para tu vida), hazlo y Él te sorprenderá. No
te canses de creer, no te canses de soñar, mantén avivada la pasión que arde en
ti, y seguramente experimentarás una gloria más grande en tu vida.
No te canses de creer, cuando la noche es más oscura, cuando las aguas
arrecien más fuertemente contra ti, cuando tu carne se revele cómo nunca contra
ti, es ahí donde más hay que creer, pues tanto en lo natural cómo en el Reino
de los Cielos el punto más oscuro de la noche es justo antes de que salga el
sol.
Jehová Dios, hoy me determino a caminar por la fe y
no por lo que mis ojos ven, porque sé que grandes cosas tu harás a mi favor, en
el nombre de Jesús .Amen