Santiago 4:5¨ No crean que la Escritura dice en vano: «Ardientemente nos
desea el Espíritu que él ha hecho habitar en nosotros.»¨ (RVC)
Mantenernos
“conectados” se ha convertido en un gran negocio. Los teléfonos celulares,
Facebook y Twitter nos dan acceso a amigos, familiares, trabajo y al mundo
entero. Pero, ¿cuánto tiempo invertimos realmente creando relaciones
significativas cara a cara? Es más, ¿cuánto esfuerzo hacemos para relacionarnos
con Dios? ¿Qué clase de relación tiene usted con Dios? ¿Es Él una deidad
distante, o su amigo cercano?
Sin
embargo, el Señor creó al ser humano para que se relacionara con Él. Eso es lo
que significa ser hechos a su imagen (Génesis 1.26). Nos dio un espíritu que
puede comunicarse con su Espíritu. Solamente mire la tierra y los cielos.
Aunque
Dios
es el Creador de todas estas cosas, Él nunca puede relacionarse con una montaña
o con una estrella como lo hace con usted. No pudo darnos un honor más alto que
el habernos hecho a su imagen.
En
los últimos años, el término “intimidad con Dios” se ha convertido en una de
esas frases que los cristianos introducen en sus conversaciones, pero ¿cuántos
de nosotros sabemos en realidad lo que significa? Si yo le pidiera a usted que
la describiera, ¿podría hacerlo? Parte del problema es que en nuestra cultura
la palabra intimidad se ha convertido en sinónimo de sexo. Pero estamos
hablando de una unidad espiritual que no se basa en los sentidos físicos. Dios
es espíritu (Juan 4.24), y así es como debemos relacionarnos con Él.
El
primer paso en nuestra búsqueda de intimidad con el Señor es llegar a conocerle
—quién es Él, qué hace, cómo piensa, y qué desea. Aunque Dios es invisible e
inaudible para nuestros sentidos físicos, una relación íntima con Él se cultiva
de la misma manera que las amistades humanas: pasando tiempo juntos,
comunicándonos, siendo vulnerables, y compartiendo intereses.
Pasar
tiempo juntos. Nunca conseguiremos relacionarnos con el Señor a menos que
invirtamos tiempo y esfuerzos para llegar a conocerle. Una relación descuidada
simplemente no crecerá en riqueza o profundidad. ¿Está usted demasiado ocupado
para pasar tiempo con Él cada día? Si es así, las exigencias apremiantes de su
agenda le están robando un grandioso tesoro eterno: la grata y profunda
comunión con Dios.
Comunicación
de doble vía. La mejor manera de conocer al Señor es a través de la
comunicación. Pero nuestras oraciones son a menudo monólogos en vez de
diálogos. Venimos a Él con nuestra lista de preocupaciones, pero ¿con qué
frecuencia tomamos el tiempo para escuchar su respuesta? Aunque Dios se deleita
en escuchar nuestras oraciones, Él también quiere que le escuchemos en quietud.
Padre celestial, ayúdanos a sacar esos maravillosos momentos de calidad
contigo para que así podamos conocerte mas y lograr una mejor intimidad contigo
, te lo pedimos en el nombre de Jesús .Amen
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